martes, 15 de julio de 2008

Inundada

Tengo la facilidad
de dejar que se llene de agua,
el cubículo, el carro, la cama
y lo noto en las mandíbulas
cuando ya tengo mi clavícula
rota y sumergida
mi trapecio protuberante y submarino
los lóbulos de mis orejas flotantes
y respiro como si nada por la nariz
pero mi boca está siempre abierta
y trago agua salada
la trago sin avisos y sin pausas
como si tuviera toda la sed del mundo
sed de ahogarme
sabiendo que no me cabe
que se me pilla el mundo
en las comisuras de los labios
y ni las dimensiones de mis labios
me salvan del asfixie inminente
que viene de no fijarme
de no ocuparme del agua que viene subiendo
escalando mi cuerpo pequeño
retando mi gravedad y provocando
mi incapacidad de encontrarme el centro
porque detrás de mi ombligo
sólo tengo eco
un retumbe triste
un jarrón vacío
y de repente vivo
en una pecera de agua salada
con colores imposibles
y un mar de mentira
porque solo puede ser ficticia
la inmensidad de este tamaño.

2 comentarios:

A. Rodríguez dijo...

No sé cómo (ni quiero saber, es parte de la magia ;) has logrado que me ahogue leyendo. Siento agua salada en la garganta. Buenísimo, chica.

Desvalijadas dijo...

edmaris, esto no se lo digo a mucha gente. eres buena poeta. creo que me gustas más así, en este género.