jueves, 24 de julio de 2008

si hubiese sabido


Si hubiese nacido sabiendo lo que ahora sé… hubiese tenido mucho menos miedo y mucho más cuidado. Me habrían odiado sin excepción todas mis maestras. No hubiese intentado sobornar a Dios tantas veces. Nunca habría dejado de chuparme el dedo. Nunca habría permitido que me cortasen el pelo. Me hubiese negado terminantemente a los pantimedias de cualquier color, al color rosa en general y aquellos lazos más grandes que mi estructura craneal. Me hubiesen gustado los panticitos bombachas, de esos de vedette que le ponían a uno sobre el pañal. No habría crecido queriendo a mi hermanito con tanta pena. Convencería a mi papá de que fuéramos a otro sitio que no fuera Disney para las navidades. Le hubiera teñido el pelo a todas mis Barbies y le hubiese pedido dinero a Santa Clause, a los Reyes Magos, al conejito de Pascua y al ratón de los dientes. Hubiese empezado a leer más temprano, habría leído el triple y sólo la mitad de lo que me obligaron a leer. Me hubiese tragado todas las pepitas de parcha y de guayaba sin temor a que me crecieran matitas por el ombligo. Le pediría a mi abuela que me enseñara a cocer y habría tomado nota de todas sus recetas. Le habría hecho entrevistas a todos los viejitos de la familia y nunca nunca haría llorar a mi abuela. Nadie podría crearme aversión hacia los lagartijos. No me hubiese dejado arrastrar a ninguna caravana política. Le hubiese creído todo a las monjitas pero les hubiese pedido que se quedaran con toda la culpa. Me habría dejado besar al primer intento. Si hubiese sabido lo que ahora sé, perdería mi virginidad a los 12, me haría amiga de todas las que se quedaron con mis novios. Hubiera llorado por ellos pero sólo una vez por cada uno. No me daría vergüenza tropezar, ni caerme en público, no me molestaría mancharme la ropa y no hubiese hecho a mi mamá gastar tanto dinero en mí. Hubiese creído mucho más en astrología, aprendería el tarot antes de que me llegara el periodo y nunca hubiese dejado el belly. Le hubiera bailado a más gente y hubiese coqueteado el doble. Hubiese amado al niño que más me amó, le hubiera curado la niñez y de seguro él me hubiese salvado cuando todavía era salvable.
Le hubiera dicho al hombre en formación que nunca me amó que entrara y saliera las veces que quisiera por el tiempo que pudiera, porque me arrebataba, y esos delirios cortos me bastaban. Le pediría perdón a los que trataron intensamente de amarme pero nunca me bastó. Me hubiese ido a España más tiempo, hubiese viajado más y me hubiese lamentado mucho menos. Hubiese sido mucho más amiga y menos novia. Me hubiese internado para tratarme los celos antes de que llegaran a metástasis. Si hubiese sabido lo que ahora sé hubiese administrado mis lágrimas mucho mejor. Me hubiese permitido ser arrogante, no me hubiesen acomplejado nunca mis labios, hubiese sido veterinaria, y no hubiese ido a ningún funeral por compromiso. Me hubiese extirpado el pudor desde temprano y hoy escribiría como los dioses. Hubiese puesto un breve resumen de la situación cada vez que escribo, para poder reconocer mis propias letras, para recordarme quién me fue tallando, cuál golpe me convirtió en esto. Me hubiese permitido gustarme más quince libras atrás, me hubiese pintado de rojo la boca y las uñas. Nunca hubiese dejado el whiskey y hubiese tomado café mucho más temprano. Hubiese creído en la eutanasia, si se la merecen los perros por qué no le hacemos el favor a las relaciones también. Hubiese tomado clases para ser “stand up comedy”, hubiese posado para Playboy por mucho menos de $30,000. Habría coleccionado toda la música que alguna vez tuve y hubiese jugado más a la lotería, hubiese visitado más casinos, hubiese llamado menos a los que no me contestan y hubiese contestado mucho más el teléfono. Hubiese ahorrado mucho más y de seguro no viviría aquí. Si hubiese nacido sabiendo lo que hoy sé, probablemente no habría vivido nada de lo que hasta hoy viví, probablemente nunca hubiese amado como sólo se ama la primera vez, creería que es imposible morirse de amor, no hubiese comprado nada caro y habría recorrido el mundo, si hubiese nacido sabiendo lo que ahora sé, de seguro estaría más que sola, no confiaría en nadie y estaría deseando no haber sabido todo lo que ahora sé.

martes, 15 de julio de 2008

Inundada

Tengo la facilidad
de dejar que se llene de agua,
el cubículo, el carro, la cama
y lo noto en las mandíbulas
cuando ya tengo mi clavícula
rota y sumergida
mi trapecio protuberante y submarino
los lóbulos de mis orejas flotantes
y respiro como si nada por la nariz
pero mi boca está siempre abierta
y trago agua salada
la trago sin avisos y sin pausas
como si tuviera toda la sed del mundo
sed de ahogarme
sabiendo que no me cabe
que se me pilla el mundo
en las comisuras de los labios
y ni las dimensiones de mis labios
me salvan del asfixie inminente
que viene de no fijarme
de no ocuparme del agua que viene subiendo
escalando mi cuerpo pequeño
retando mi gravedad y provocando
mi incapacidad de encontrarme el centro
porque detrás de mi ombligo
sólo tengo eco
un retumbe triste
un jarrón vacío
y de repente vivo
en una pecera de agua salada
con colores imposibles
y un mar de mentira
porque solo puede ser ficticia
la inmensidad de este tamaño.

viernes, 11 de julio de 2008

Lecciones

Me enseñaste que lo que crees que te gusta no siempre es lo que quieres, que odio las corridas de toro, pero me encantan las posturas de los toreros, con la misma naturalidad con la que no entiendo un juego de pelota pero deliro por los uniformes de peloteros. Me enseñaste que no siempre hay una forma correcta pero siempre hay una más funcional, que los ganchos de ropa van hacia la izquierda con la ropa mirando hacia el frente no porque te lo inventaste, sino porque por algo está así en las tiendas. Me enseñaste a comprar en rebajas, me enseñaste que diez años no son nada a menos que se midan en anuncios publicitarios y canciones. Me enseñaste que soy una amiga mediocre y me diagnosticaste un desorden no de personalidad pero si de estructura con un síndrome obsesivo compulsivo de celos. Me enseñaste a dejar el celular prendido porque no toda la gente que amas vive contigo. Me enseñaste que soy más masculina que tú, que tengo manías aunque no las veo. Que huelo los platos cuando los friego, que me da asco sacar el tapón del fregadero, que detesto los pelos en las escobas y que me molestan los sonidos consecutivos. Me enseñaste que soy peligrosa cuando no he comido y que puedo aguarme los ojos para conseguir lo que quiero. Me enseñaste que el catarro se combate con vodka y jugo de china, vodka contra las bacterias, jugo de china por la vitamina C y que todo es cuestión de ignorar los síntomas. Me enseñaste que tienes más fuerza de voluntad que yo y que mis vicios nunca son dependencias de sustancias. Me enseñaste que la arrogancia la mayor parte del tiempo es una virtud convincente. Intentaste enseñarme que la gente merece una segunda oportunidad, cosa que me niego a aprender. Intentaste enseñarme que la gente es buena en esencia cosa que la vida te obligará a desaprender. Me enseñaste que nunca me llevarás la contraria pero siempre harás lo que te parezca, que tendrás la cortesía de pedirme opinión como ejercicio burocrático y simbólico, pero que siempre tendré la razón al final y que el señalártelo, me anularía el mérito. Me enseñaste que las prendas son inversiones, que no hay que tener dinero, hay que tener buen crédito. Me enseñaste que a veces la verdad puede ser tan destructiva como las mentiras. Me enseñaste que tengo más personalidad de perro, aunque me gusten más los gatos. Me enseñaste que persigo a la gente para terminar de contar mis historias, que me siento desnuda cuando leen algo mío frente a mí. Me enseñaste que soy incapaz de expresarme con claridad si no es por escrito y que lo escrito no siempre es suficiente para el resto del mundo. Me enseñaste que me da trabajo decirle a la gente cuánto los quiero y que piropeo para compensar. Me enseñaste que sólo acaricio bruscamente y que no puedo controlar mi fuerza. Me enseñaste que para mí sólo hay dos tipos de persona: los que me encantan y los que detesto, porque los que me dan igual, termino detestándolos. Igualmente aprendí que no le doy igual a nadie o me adoran o no me soportan. Me enseñaste que no tengo filtro y que mi mente va tan rápido que muchas veces le gana a todo lo demás. Me enseñaste que mi humor es más negro que negro y que puedo producir herejías como si fuese un reflejo corporal. Me enseñaste que mi lengua es un arma peligrosa y que mi superpoder es destruir cuando estoy rabiosa. Me enseñaste que nunca digo lo que no siento pero a veces digo lo que no quisiera decir, que no miento ni borracha pero exagero de forma magistral. Me enseñaste que mi memoria es una maldición y que el alcohol me violenta hacia donde no es. Me enseñaste que insultar es un arte y que no hay humillación mejor esculpida que aquella que se dice sin subir la voz y sin una sola palabra soez. Me enseñaste que mi desorganización te asfixia y me lo dificulta todo a mí. Me enseñaste que mi inteligencia no es congruente con mi inseguridad y que mi odio intermitente al país es una riña casi familiar. Me enseñaste que no sé sentarme, que no puedo ir al baño sin cerrar la puerta y que le tengo fobia a lo escatológico. Me enseñaste que el jugo de sábila lo arregla todo. Me enseñaste que la pornografía también puede ser educativa y que mi literatura también puede ser pornográfica. Me enseñaste a ver en los ojos de la gente cómo me ven. Me enseñaste que mi hermano puede hacer de mí lo que le plazca. Me enseñaste que uno puede amar tanto un aspecto de un ser humano, que puede pasar por alto todo lo demás. Me enseñaste que hay que guardar las cajas para que sea más fácil mudarnos. Me enseñaste que los armarios deben estar clasificados: camisillas, camisetas, sudaderas, abrigos, polos, camisas de mangas cortas, camisas de mangas largas, trajes. Que cada subdivisión a su vez debe dividirse en blanco, crema, gris, azul, negro, etc., estampados o sólidos. Me enseñaste que los mosquitos sólo me pican a mí. Me enseñaste que me pongo histérica cuando me voy de viaje, hasta que pongo las nalgas en el avión. Me enseñaste a que si no salgo una vez al año de la isla, la neurosis se apodera de mí. Intentaste enseñarme a no echarle tanto jabón al agua para mapear y a escurrir el mapo con las manos. Me enseñaste que a veces soy incapaz de conmoverme por un ser humano y que le tengo una compasión inexplicable a los animales. Me enseñaste que me gusta más el dinero de lo que me permito reconocer. Me enseñaste que soy más física de lo que creo, menos romántica de lo que creía y más honesta que lo deseable. Me enseñaste que soy capaz de meter mis pies en la arena de esta isla y sentirme feliz si te tengo cerca del resto de mi cuerpo. Me enseñaste que soy incapaz de escribirme una vida en otro código postal si tengo que dejar ese pedacito de ti viviendo sin ti. Me enseñaste que el amor no es como la marea, porque no depende de la luna. Me enseñaste que el amor está hecho de gente y se parece a la gente que lo padece. Me enseñaste que el amor no se combate con jugo de china y vodka, pero ayuda sentir que si se ignoran los síntomas lo suficiente, se puede vivir con él. Que cuando uno se enamora no entiende nada y se supone que sea así. Me enseñaste que eres capaz de sacar animalitos muertos del camino para que yo no los sufra al pasar. Me enseñaste que el amor hace que uno no se parezca a uno mismo y la mayoría de las veces esa es la parte mágica del asunto.

jueves, 3 de julio de 2008

Pequeñas Tragedias

Cuando se acaba el papel del baño.
No tener menudo para pagar el peaje.
Encontrar una canción en la radio que te fascina, justo cuando se está terminando.
Una ATH dañada.
Un semáforo dañado.
Un aviso de inundación en medio del programa favorito de uno.
Que se le acabe la batería al celular.
Olvidar la toalla después de meterse a bañar.
Que un pájaro te cague el carro.
Que llueva justo después de lavarlo.
Que se encoja una camisa en la secadora.
Que no suene el despertador.
Un baño sin zafacón.
Llegar a la nevera y que alguien se haya comido eso por lo que llevabas salivando todo el día.
Una rebaja el día después de comprar.
Perder un botón.
Que el zipper (cremallera) se atasque.
Andar con el zipper abierto.
No poder quitarte una camisa en el probador.
Manchar la ropa con desodorante.
Que se te pille la falda en la ropa interior y no te des cuenta.
Andar con un pedazo de papel de baño pegado en la suela del zapato.
Pisar goma de mascar.
No darse cuenta y pegarlo en el pedal del carro.
Tirar una goma de mascar por la ventana del carro y que se pegue en tu propio carro.
Pisar un hormiguero.
Las hormigas devorando una dona que dejaste para desayunar.
Un café frío.
Tener alergia en el carro y no tener servilletas.
Ir a tu restaurante favorito y que se haya acabado el plato por el que fuiste.
Un refresco sin soda.
Que se venza el marbete.
Que te den una multa de tráfico.
Que se pierdan las llaves.
Dejar las llaves dentro del carro, con el auto encendido.
Que se dañe el acondicionador del aire.
Que se te pierdan los espejuelos y no los puedas encontrar porque no ves sin ellos puestos.
No colgar bien el teléfono y que alguien escuche lo que decías pensando que habías colgado.
Que no acepten tarjetas de crédito, ni ATHs.
Tener una ATH pero comprar algo que no llegue al mínimo del establecimiento.
Perder la licencia.
Que se te rompa un taco.
Que no haya carritos de compra disponibles.
Que un carrito de compra golpee tu carro.
Que la persona que está frente a ti en la fila expreso del colmado pelee por un precio o le rechacen la tarjeta.
Llegar a pagar justo cuando están cambiando de turno y tienen que cuadrar la caja.
Venir del colmado y darse cuenta al llegar a la casa, que faltó algo.
Que sólo quede la primera fila en el cine.
Darse un golpe en un codo, o en la espinilla.
Que se te empañen los espejuelos.
Cortarse las uñas y pasarse un poquito de la raya.
Limón en una cortadura.
Cortarse con papel.
Morderse uno mismo.
Quedarse dormido y agarrar una insolación (con gafas puestas).
Salir un momento al colmado hecho una porquería y encontrarse un ex.
Que se te meta agua por la nariz, en la playa.
Que el ginecólogo sea joven o peor aún, guapo.
Encontrarte a tu ginecólogo fuera de la oficina.
Un mal recorte.
Burlarse de alguien sin saber que es familia de quien te escucha.
Que sólo sirvan la cerveza en vaso.
Un pelo en la comida.
Un bebé gritando en un avión. (al lado o atrás tuyo)
La gente hablando en: el cine, el teatro, una lectura de poesía, la presentación de un libro, etc.
Ir a un concierto y que la persona de atrás cante todas las canciones fuera de entonación.
Comprar dos taquillas para un concierto supuestamente una al lado de la otra y tener un pasillo entremedio.
Tener que darle la paz en la Iglesia a alguien que se pasó la Misa tosiendo o explorándose la nariz.
Alguien con mal olor en un autobús.
Alguien con mal aliento.
Que te encante alguien y no sepa besar…
Encontrarte a alguien que conoces pidiendo dinero en una luz.
Olvidar el cumpleaños de alguien que nunca olvida el tuyo.
Que te salga un orzuelo.
Que tu carro que acabas de alinear caiga en un boquete/cráter en la carretera.
Pasarse la salida y caer en un tapón por más de una hora.
Pedir entrega a domicilio y no tener efectivo.
Que no haya agua caliente.
Que se vaya el agua.
Que no haya luz.
Quemar la comida.
Salar la comida.
Preguntarle a alguien por el marido y que la haya dejado brutalmente.
Felicitar a una embarazada que no lo está.
Preguntarle a alguien por su embarazo y que ya no haya embarazo.
Decirle a alguien que linda la nena y que sea un nene.
Que un amigo tenga un bebé feo y tener que decirle que es gracioso, despierto, alerta, simpático.
Que el día que conoces a tu suegra, te cocine exactamente esa comida que detestas.
Encontrar una errata en algo que ya se publicó.
Que escriban mal el nombre de uno en un documento oficial.
Que te digan mal tu nombre, después de conocerte por años.
Que alguien que no soportas te adore por alguna extraña razón.
Invitar a alguien a salir y que sea un quejoso.
Ponerte unos zapatos incómodos para salir a bailar.
Que se te rompa una maleta.
Que te deje un avión (bueno esa tragedia es bastante grande).
Que te escojan al “azar” para registrarte en el aeropuerto.
Estar enfermo del estómago en un avión.
Cuando en el detector de metales sigue sonando algo y te sigues quitando cosas y no se sabe lo que es.
Que se pierdan tus maletas.
Escoger un hotel por Internet y que apeste o esté a las afueras de la ciudad.
Pasarse semanas sin tener nada que hacer y luego tener tres invitaciones buenísimas para el mismo día, a la misma hora.
No conseguir estacionamiento.
Que cierren el estacionamiento con tu carro dentro.
Buscar el carro en el piso que no es y creer que lo han robado.
Estar en un servicarro por más de 20 minutos y no poder salir porque hay carros detrás.
Un cajero en un café que insiste en que pruebes algo nuevo.
Que te despistes en un centro comercial y cuando te fijas te están poniendo una crema en las manos de prueba.
Que te echen un perfume para probar y ya tenías uno puesto.
Tratar de pagar algo por teléfono y no lograr hablar con un representante humano.
Cuando la conexión al Internet está lentísima.
Cuando se cae el maquillaje al piso y se desgrana.
Cuando se desgrana dentro de la cartera.
Cuando llueve tan pronto llegas a la playa.
Cuando tratas de encender un fósforo y el viento lo apaga una y otra vez.
No poder abrir un pote y no tener quien te ayude.
No alcanzar una pieza de ropa en una tienda porque está muy alta.
Que la dependienta te regañe por usar el gancho para bajarlo.
Que tu talla sea la última en el tubo.
Que no haya tu talla.
Ir al cine sola y no poder ir al baño por perder el asiento.
Un piropo flojo.
Que te regalen algo que no te guste nada y no poder disimularlo.
Hacer una fila larga y cuando al fin te toca te dicen que no era ahí que tenías que hacer la fila.
Encontrar la tarjeta electoral al otro día de las elecciones.
Vivir en una isla y ser alérgico al bloqueador solar.
Sentirse miserable en el segundo país más feliz del mundo.

Somos felices, dicen los estudios, la gente se suicida porque le pasan más de cinco de estas pequeñas tragedias en un día.
Nosotros los felices, no podemos manejarlo, por eso al final del año habrán muerto más puertorriqueños voluntariamente que en la guerra de Irak, porque allá, mueren accidentalmente.
FRIENDLY FIRE MOSTLY.