martes, 24 de noviembre de 2009

Conspiración del Gabo

Hoy el Gabo siguó el camino hacia tu casa, parece que mi carro es tan voluntarioso como la dueña y decidió hacerse el que no sabe que esa casa ya no es mía. Quizás ya viene siendo tiempo de cambiar de carro, llevamos más tiempo de la cuenta juntos. Puede ser que el Gabo (y en parte es mi culpa por ponerle un nombre tan carismático), tiene personalidad propia y lo cierto es que recibía mejor trato de tu parte. Hoy se enojó conmigo el carro y se cerró prendido, con las llaves dentro y los limpia parabrisas encendidos. Quizás los carros, como los perros tienen edad humana multiplicada por siete y si es así el Gabo está acercándose a los 17, y es una edad difícil.

La cuestión es que el Gabo se confabuló con mis hormonas, con mi cumpleaños que se acerca, con la mierda de día que he tenido, con mi camisa nueva de paquete que ensucié con el blanqueador que usé para limpiar el inodoro, con el agua que no tengo porque mi casera olvidó pagar la fianza, con el Internet que decidió dejar de funcionar, con el módem que sencillamente se desprogramó porque aparentemente no le gusta el mes de noviembre, con el jamón de mi nevera que decidió dañarse cuando no tiene ni una puta semana de comprado, con mis amigos que se van de viaje, con mis amigas que están tan enamoradas que me dan ganas de vomitar, con un taller de cine exquisito que me tiene la sensibilidad de punta y a punto de estallar, con Bebe y Estopa que son los sustitutos de mi loquera que por lo que veo ahora también es sólo tuya, con mis perros que antes eran nuestros y que se han empeñado en comerse una pared por ninguna razón aparente. El Gabo se ha vuelto poderoso, y se pasa sacando recibos tuyos y cartas tuyas de debajo de las alfombras, el baúl las produce cual máquina de hacer dinero, estoy convencida de que el Gabo se ha confabulado con Dalí también, sí el carro de mi familia que al principio estaba destinado a ser mío y que a mí nada más se me ocurre nominar las cosas con semejantes nombres, Dios proteja de mí misma los hijos que algún día puede que tenga si no tienen un padre con suficiente carácter como para imponérseme. La cosa es que sospecho una conspiración donde se unen el banco, el mismo que se queda con la casa donde crecí, se une con mi jefe que no tiene la menor idea trágica, se une con mis pretendientes platónicos que en el fondo viven aterrados de mí y no los culpo, se unen a mi terrible forma de conducir, a mi desorganización, a mi bendita mala suerte y un día como hoy se puso de acuerdo el Gabo con las cuatro cervezas que me tomé, con mi terrible alimentación, con esta dichosa monga que jura que a va a vencerme a menos de una semana de mis 25 y por unos 123 segundos me dio nostalgia y permití que mi carro rebasara un semáforo más de la cuenta. Concentrándose mi cuerpo tan sólo en el no querer dormir sola este viernes. En mi cuerpo felino deseando ser tocado como necesidad cuasi biológica, en lo seguro que se sentía tu cuerpo, en lo feliz que me hacía ese torso caliente contra mi espalda, estuvieses sobrio o ebrio, fuesen la una o las cuatro de la madrugada, me hubiese acostado sonriendo o mordiendo la almohada de rabia, hacia ti, contra ti, a pesar de ti, por encima de ti, por ti…

Y me imaginé llegando a esa casa, de donde aún tengo una llave, entrando por la puerta sufriendo taquicardia, atravesando la sala casi jadeando, caminando ese pasillo cortito vacío que se me haría eterno y encontrando esa cama vacía, como casi siempre; vacía.

Y él me devolvió a mi casa derrotado, es que él sólo recuerda nuestra casa por fuera como tanta otra gente sólo por fuera, pero después de todo él se hizo gente cuando llegó a mis manos, es un acuariano total, terco pero llevadero, ya se irá haciendo a la idea, están yendo a terapia de grupo, a veces él con mis hormonas, a veces él con mi torso friolento, a veces él con mi vértice, a veces él solo. No se puede quejar vive más caótico pero más posible, más regado pero más querido, tiene un techo y tiene paz, ¿qué más puede pedir? El Gabo original escribió “la nitidez perversa de la nostalgia” mi carro es todo un Buendía. Igualito que José Arcadio que estuvo amarrado a un árbol tanto tiempo, que cuando lo soltaron se quedó a sus pies. Mi pobre Gabo se confundió por dos minutos, es que hace tiempo que mis perímetros no rozaban tus circunferencias, es que tuvo un día de pinga el pobre.



3 comentarios:

Kayla S. dijo...

Que te puedo decir... te metería en mi maleta... Te adoro mi princesa del amor despiadado...

Kayla S. dijo...

Que te puedo decir... te metería en mi maleta... Te adoro mi princesa del amor despiadado...

Anónimo dijo...

La verdad q eres excelnte... y el emnsaje del 2010 me sacudio, me identifico y me encanta!!... Éxito y continua inspirando mi musa!!

Arlene